Previamente ya se habían realizado vuelos en globo, muchos de estos construidos por Joaquín de la Cantolla, aunque nunca había sobrevolado un avión ni en México ni en el resto de Latinoamérica.
Braniff nació en 1884, miembro de una poderosa familia en México durante
la época del desarrollo industrial del país. Su padre fue el industrial
Thomas Braniff, quien había llegado a México para construir el ferrocarril de Veracruz. Alberto fue a estudiar a Europa,
donde su interés por distintos deportes como el Boxeo y el
automovilismo le confirieron un temperamento aventurero. En 1909 Braniff
presenció varios vuelos realizados en Biarritz por Michel Tabuteau, del
cual pudo recibir las primeras experiencias de la aviación y de esas
incipientes máquinas. Siguiendo el ímpetu de su interés por la aviación,
posteriormente se traslada a Villancourt, para negociar directamente
con los hermanos Voissin la adquisición de un avión nuevo. Fue entonces
que Alberto pudo adquirir un aeroplano Voissin y recibió instrucción de
vuelo del mismo fabricante e inventor francés.
El artefacto en cuestión fue empacado y enviado por barco a México,
arribando al puerto de Veracruz el 7 de diciembre de 1909. Las dos alas y
las cajas que contenían las partes del avión del tipo biplano fueron
resguardadas dentro de las bodegas del buque La Navarré. Después fueron
descargadas y enviadas en ferrocarril a la capital, donde se armaron las
piezas al amparo de un hangar construido especialmente para la
aeronave.
A partir del 15 de diciembre se unieron al chasís las alas, el
conjunto elevador (montado en la parte delantera del avión) y el cubo
trasero (que contenía el timón de dirección). Los 8 cilindros del motor
ENV de 60 caballos de fuerza, fueron los que proporcionaron las
revoluciones que la hélice requirió para elevar el avión.
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Braniff en su avión |
Fue la mañana del 8 de enero, cuando ya poca gente iba a ver los
ensayos, que el valiente aeronauta se lanzó a la conquista del cielo y
su Voisin se elevó 25 metros, lo suficiente para recorrer el campo y
aterrizar, logrando el tan ansiado éxito.
Ese día Alberto Braniff hizo historia: el artefacto había remontando
los 2,240 metros que tiene de elevación la ciudad y era el primer vuelo
de un aeroplano en México, el de un mexicano y el primero en
Latinoamérica, estableciendo un nuevo récord mundial de altura y
colocándonos como el séptimo país en donde volaba una aeronave por
primera vez.
Por Marco Vázquez