sábado, 21 de diciembre de 2013

La primera imprenta en america

La Casa de la Primera Imprenta de América ubicada en la esquina de las calles Moneda y Licenciado Primo Verdad, en la Ciudad de México fue el hogar de la primera imprenta en el Nuevo Mundo. Fue construida originalmente por Gerónimo de Aguilar en 1524 y está situado en la orilla exterior de lo que fue el recinto sagrado del Templo Mayor antes de la Conquista de México.

Posteriormente a su período como imprenta, la casa cambió de manos varias veces y se utilizó para diversos fines. En el siglo XVII perteneció al Monasterio de Santa Teresa de la Orden de las Carmelas Reformadas, y más tarde, en el siglo XVIII perteneció a la Real Orden Militar de Nuestra Señora de la Merced Redención de los Cautivos de la Ciudad de México. En 1847, las tropas de Estados Unidos ocuparon la casa y destruyeron los archivos que estaban alojados en su interior. La casa entonces era propiedad de un grupo de civiles, entre ellos uno que utilizaba el edificio como tienda de muebles. En el siglo XX el edificio fue utilizado sobre todo como oficinas, además de ser el hogar de un servicio de papelería e impresión llamado Imprenta y Papelería Militar Marte. La casa continuó cambiando de manos hasta 1989, cuando la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) compró la casa con la intención de restaurarla.


El teporingo

El conejo de los volcanes (Romerolagus diazi), también conocido como teporingo, conejo de los volcanes y zacatuche, es una especie de mamífero lagomorfo de la familia Leporidae, la única del género monotípico Romerolagus.
Mide alrededor de 30 cm de largo, cola vestigial de unos 20 o 30 mm y orejas de 40 mm, pequeñas en comparación con otros conejos. Su peso medio es de 600 g. Su pelo, corto y uniforme, es de color amarillo y negro, salvo en la superficie dorsal de las patas y algunas zonas de la cara que son de color ocre, con un triángulo de pelo rubio en la nuca.
Sus horas de máxima actividad se dan por las mañanas y bien entrada la tarde. Viven en madrigueras, escondidas entre la maleza, en grupos de 2 a 5 individuos. No permiten la entrada de individuos extraños en la conejera y al igual que las pikas, usan llamadas estridentes y agudas para alertar a los demás miembros de la madriguera de un posible peligro. Las madrigueras pueden llegar a medir 5 metros de largo y llegar 40 cm bajo el suelo.
Es originario del Ajusco y esta en peligro de extinción.

Teporingo


Memorias de Porfirio Díaz. Parte 3

Cuando tenía yo seis años de edad fui enviado a la escuela de primeras letras, llamada en Oaxaca Amiga, en que se enseñaba a los niños a leer solamente, reunidos los de ambos sexos y siendo todos de muy tierna edad. Allí se aprendía muy poco. Después fui a una escuela municipal donde aprendí a leer y a escribir, en cuanto esto se enseñaba entonces, es decir, mal, pues más tarde y casi siendo ya hombres, era cuando teníamos que aprender; y en 1843, cuando contaba yo trece años de edad, entré al colegio Seminario Conciliar de Oaxaca.
Los recursos que entonces se exigían para graduarse de bachiller en artes, conforme al plan de estudios vigente, eran dos años de latinidad y tres de filosofía. El primer año de latinidad se llamaba de mínimus y menores. En 1843 era profesor de mínimus el Presbítero Don Nicolás Arcona; siendo rector el Canónigo Don Vicente Márquez quien fue después Canónigo y más tarde Obispo de Oaxaca. Entre los condiscípulos que tuve en esa cátedra y que después figuraron algún tanto en el Estado, recuerdo a Don José Adrián Santaella, Don José Blas Santaella, Don Flavio Maldonado y Don Joaquín Ortiz, quien fue amigo y compañero de armas mío, tenía aptitudes especiales para la milicia, y falleció en una acción de guerra.
Por haber entrado a la clase, a mediados del año escolar, no pude examinarme al terminar éste, y a principios del año siguiente de 1844, entré a la nueva cátedra de mínimus de la que era profesor el Presbítero Don Macario Rodríguez, pues se seguía la costumbre de que cada año comenzaba el curso de latinidad un profesor nuevo, quien continuaba con los mismos alumnos hasta que éstos acababan el curso de artes.
A fines de 1844 me examiné del primer año de latinidad, y en 1845 del segundo, llamado de medianos y mayores. En 1846 comencé el curso de Filosofía que comprendía en el primer año el estudio de Lógica y Metafísica, en el segundo el de Física general y Matemáticas, y en el tercero el de Física particular y Ética. De todos estos cursos me examiné con buen éxito al fin de los años escolares de 1846, 1847 Y 1848.
En el curso de Filosofía tuve de condiscípulos, como hombres que después se distinguieron de varias maneras, a Don Juan Palacios, que llegó más tarde a ser Canónigo de Oaxaca, a Mariano Jiménez, quien fue después General y Gobernador de Oaxaca y de Michoacán.
Un día del año de 1846, durante la guerra con los Estados Unidos, mi maestro de Lógica, el Presbítero Don Macario Rodríguez, no se ocupó para nada de la clase sino de llamarnos la atención sobre el deber que teníamos algunos alumnos, ya en edad competente para tomar las armas, de ofrecer nuestras personas al servicio militar para defender al país contra el invasor extranjero. Sobre esto nos habló nuestro maestro, larga y elocuentemente, dando por resultado que al terminar la clase yo y algunos de mis condiscípulos, fuéramos a presentamos al Sr. Don Joaquín Guergué, Gobernador del Estado, para ofrecerle nuestros servicios. El Gobernador, ignorando lo que nos impelía a proceder así, nos preguntó: ¿qué diablura habrán hecho ustedes? Contestamos que era una inspiración espontánea de nuestro deber, fundada en la situación del país. Mandó tomar nota de nuestros nombres y al organizarse los batallones de guardia nacional que se llamaban Constancia y Trujano, fuimos alistados en el último. No llegó a prestar más servicio militar nuestro batallón, que el hacer ejercicio en los días festivos y dar algunas guardias y patrullas, cuando la guarnición se debilitaba por alguna salida de las tropas que estaban en servicio activo.
Al acabar el curso de artes, me inclinaba yo a la Teología y hasta había ya comenzado a preparar el estudio en las vacaciones, en las obras de texto del primer año que me regaló el Sr. Dr. José Agustín Domínguez. El Sr. Domínguez era primo mío, pero yo por respeto, lo trataba como tío. Era entonces una de las primeras dignidades de la catedral de Oaxaca y después fue Obispo de esa diócesis. Tenía grande influencia y cumplía religiosamente todo lo que prometía. Era a la sazón Obispo de Oaxaca Don Antonio Mantecón.
El Cura Don Francisco Pardo, pariente mío, dejaba en esos días una capellanía, la cual se me ofreció por el Sr. Domínguez y me correspondía por ser yo pariente más cercano del fundador que el poseedor que la dejaba. No recuerdo el capital que representaba esa capellanía, pero probablemente sería como de tres mil pesos, porque daba un interés de cosa de doce pesos al mes, cantidad que aunque pequeña en sí, era en mis circunstancias gran cosa.
Aunque mi madre deseaba ardientemente que yo siguiera la carrera eclesiástica, no ejercía presión sobre mí, pues yo me sentía muy inclinado a ese género de estudios; porque los niños se aficionan a lo que ven, y cuando tuve después otras amistades que me inspiraron otras ideas y me abrieron más amplios horizontes, cambié de modo de pensar y causé con esto una decepción a mi familia. Tuvieron grande influencia en este cambio mis relaciones con Don Marcos Pérez.
Don Marcos Pérez era, como Juárez, un indio zapoteca de raza pura, nacido en el pueblo de Teococuilco, del Distrito de Ixtlán y ambos podrían figurar con ventaja entre los hombres de Plutarco. Pocos años mayor que Juárez, fue enviado por su padre, quien tenía algunas proporciones, a la ciudad de Oaxaca, para aprender el castellano y educarse. Era hombre de claro talento, vasta instrucción, gran pureza de costumbres y extraordinaria rectitud, honradez y fortaleza de carácter. Llegó a ser de los mejores abogados del foro de Oaxaca y de los hombres más distinguidos del Estado, desempeñando los puestos de Presidente de la Corte de Justicia y de Gobernador. Acaso más severo que Juárez, a quien estaba unido por los lazos de la sangre, mancomunidad de ideas y por una amistad sincera y perdurable, era, como Juárez, de los liberales más firmes e ilustrados, no sólo de Oaxaca, sino de la República entera. Tuve la fortuna de tratarlo íntimamente, de conocer su carácter, de aprender mucho de él, pues lo admiraba, lo respetaba y lo tenía como modelo digno de imitarse. Él me trataba como hijo, y su amistad me sirvió de mucho para mejorar mi situación cuando era yo un muchacho pobre y desvalido.

De las memorias de Porfirio Díaz





Memorias de Porfirio Díaz. Parte 2

El bienestar de la familia terminó con la muerte de mi padre, ocurrida en el año de 1833, en que fue atacado del cólera. Apenas tenía yo entonces dos años y unos cuantos meses. Los pocos bienes que dejó mi padre, los consumió mi madre en la subsistencia y educación de la familia. Recuerdo que ella manejó el mesón algunos años y que esto le ayudaba en sus gastos, y si su aptitud de mujer no le permitió aumentar el haber paterno, su buen juicio y sus deberes de madre le proporcionaron la manera de prolongar por mucho tiempo aquellos escasos recursos. Cuando las circunstancias se lo exigieron, fue vendiendo sus fincas en pequeños abonos, algunas veces hasta de diez pesos al mes, y así pudimos afrontar las necesidades de la vida, mientras que yo cumplí diez y ocho años y tomé a mi cargo la subsistencia y educación de la familia.

Mi padre tuvo siete hijos: cuatro varones y tres mujeres. Primero nació una mujer llamada Desideria; después dos hombres, Cayetano y Pablo; luego otras dos mujeres, Manuela y Nicolasa, después yo y al fin Félix.
Cayetano y Pablo murieron en la infancia. Desideria se casó, y murió en 1867 de cosa de 58 años de edad. Su marido fue Antonio Tapia, de Acatlán, y tuvo varios hijos de los cuales le sobrevivieron dos hijas: María de Jesús y Amada. Las dos se casaron y la mayor, María de Jesús, fue esposa del Lic. Ignacio Muñoz. Tuvo tres hijos, que yo he adoptado como míos: Ignacio, María y José. De los varones, el mayor, es capitán de Estado Mayor facultativo del Ejército y el menor, José, es ahora cabo alumno del Colegio Militar y saldrá despachado como Teniente a fines de este año (1892) que acabará su carrera en el Colegio Militar. Amada se casó con José Castillo y sus hijos murieron en la infancia.
Manuela murió en 1856 de 27 años de edad. Dejó una hija, Delfina, nacida en 1843, que fue mi primera esposa y falleció en 1880.

 Nos casamos en 1867 y tuvimos ocho hijos de ese matrimonio; pero solamente sobreviven Porfirio, nacido en 1874 y Luz en 1875.
Nicolasa se ha casado dos veces: primero con el Coronel Don Vicente Lebrija y después con el Coronel Don Francisco Borjes. De ninguno de los dos matrimonios ha tenido hijos. Solamente vivieron conmigo las dos mujeres que me precedieron y mi hermano Félix, quien se casó en 1868 con Doña Rafaela Varela y tuvo dos hijos, un varón y una niña, quienes murieron en la infancia. Después hablaré de mi hermano que falleció en 1872 y llegó a ser General en el Ejército y Gobernador del Estado de Oaxaca.


Mi madre murió en 1859. Estaba yo a la sazón en Tehuantepec, cuando las necesidades del servicio me hicieron venir a Oaxaca, en donde permanecí dos días solamente. La encontré enferma; pero ignoraba su gravedad por una parte, y por otra las exigencias del servicio militar no me permitieron diferir mi marcha. No tuve el consuelo de verla morir, pues falleció dos días después de mi salida de Oaxaca.


Memorias de Porfirio Díaz. Parte 1

Nací en la ciudad de Oaxaca el 15 de septiembre de 1830. Mi padre fue José Faustino Díaz y mi madre, su esposa, Petrona Mori. Aunque de origen español, mi padre era de los que llamamos raza criolla, es decir, con alguna mezcla de sangre india. Mis abuelos paternos fueron Manuel Díaz y Marcela Bohórquez, ambos de Oaxaca; y mis abuelos maternos Mariano Mori y Tecla Cortés, de Yodocono.
Mi bisabuelo materno vino de Asturias y se casó con una india del pueblo de Yodocono, parroquia de Tilantongo, Distrito de Nochistlán, del Estado de Oaxaca; de manera que mi madre tenía media sangre india de raza mixteca. Después de algún tiempo mis abuelos maternos se establecieron en la ciudad de Oaxaca en donde se casó mi madre. Mi padre era herrador y veterinario de profesión y antes de casarse, siendo muy joven, había servido en un Regimiento como mariscal.
Cuando mi padre se casó, por el año de 1808, era dependiente de una empresa de minas que tenía las haciendas de beneficio de metales y minas anexas de Cinco Señores, San José y el Socorro, situadas en el Distrito de Ixtlán, llamado hoy Villa Juárez porque en uno de sus pueblos, San Pablo Guelatao, nació Don Benito Juárez. Esas haciendas pertenecían a la catedral de Oaxaca: más tarde las arrendó una compañía inglesa y por último, siendo yo jefe político de Ixtlán, se las adjudiqué al Lic. Don Miguel Castro, quien las denunció en virtud de las leyes de Reforma que nacionalizaron los bienes de la iglesia.
Mi padre era dependiente de confianza de la compañía minera, y con una pequeña escolta que él mismo había armado, conducía plata de las haciendas a Oaxaca, y de retorno, dinero para las rayas. El General Don Vicente Guerrero dio a mi padre, durante la guerra de Independencia, un nombramiento de capitán, por haberle servido como mariscal o veterinario.
Mi padre era pobre cuando se casó. Mirando que a su mujer no le gustaba vivir en la sierra de Ixtlán, se lanzó a correr fortuna y se trasladó a la costa que el Estado de Oaxaca tiene en el Pacífico, sin más fondos que el valor de los caballos y mulas con que llegó al Distrito de Ometepec: se estableció en él y se decidió a sembrar caña de azúcar. Vio que el terreno era a propósito para ese cultivo y arrendó una extensión de tierras del pueblo de Xochistlahuaca, pagando por toda renta unas cuantas libras de cera al año, para la fiesta del Santo Patrón de aquel pueblo. Hizo desmontes y sembró caña. Tenía dificultad para pagar mozos porque contaba con poco dinero, y él mismo construyó su trapiche. Era hombre atrevido y emprendedor, y le gustaba afrontar y vencer dificultades.
Ocurrió un incidente que le permitió ganar algún dinero. Un ganado cabrío que pastaba por aquellos campos, se envenenó probablemente con algunos pastos, y empezaron a morirse centenares de cabezas. Sabedor de esto mi padre fue, con los pocos hombres de que pudo disponer, a quitar violentamente pieles porque se descomponían pronto, comprometiéndose los pastores a darle la mitad de las pieles que quitara; se hizo dueño de muchas pieles por este medio, y compró las demás a muy bajo precio, quedándose al fin con todas, y entonces le ocurrió la idea de curtirlas. Se puso a buscar libros para ver cómo se hacía esa operación, y estableció allí una curtiduría con muchas dificultades, porque no tenía material con que hacer las tintas ni las substancias necesarias para la operación. Labró en una roca una gran taza para las operaciones consiguientes; quemó piedra para hacer cal, y suplió el salvado que se usa en las curtidurías, con la fécula del arroz, que obtuvo de un molino construido por él mismo y a su manera.

Con algunos centenares de pieles curtidas de que hizo buenos cordobanes, se dirigió a un lugar de la costa a donde supo que se esperaba un buque contrabandista, al que acudieron otros muchos compradores de mercancías, pues la guerra de Independencia no permitía al Gobierno cuidar sus costas; cambió sus cordobanes por varios efectos, y después de haberse provisto de los que necesitaba, puso una tienda en el pueblo de Xochistlahuaca.
Así pudo hacerse de algún dinero, y con él montó un pequeño ingenio y vivió allí de ocho a diez años. Cuando sus hijos comenzaron a crecer, hablo de los que me precedieron, comprendió la necesidad de educarlos; realizó todo lo que tenía en la costa y se fue a Oaxaca: tomó en arrendamiento una casa en que estableció una posada que se llamó el Mesón de la Soledad, en donde puso su banco de herrador y su hospital de veterinaria, y compró dos pequeñas casas, una cerca de la iglesia de Guadalupe y la otra junto al convento de la Merced. En ésta estableció una curtiduría y arrendaba la otra.

Como traía algún capital que le había producido su trabajo en la costa, compró también un terreno en la hacienda de Tlanichico, donde estableció un plantío de magueyes, y él administraba en Oaxaca el mesón que tenía y servía su banco de herrador.
En los últimos años de la vida de mi padre se hizo muy místico en Oaxaca sin ser fanático; era un católico muy ferviente. Rezaba mucho y aun llegó a usar un traje monacal de los terceros de San Francisco, aunque no había recibido ninguna orden eclesiástica.

Porfirio Díaz en su juventud

sábado, 14 de diciembre de 2013

¿Sabias que?

Poco más del 77% de las especies cactáceas que existen en nuestro país es endémico; es decir que sólo se encuentran en México. En el caso de los anfibios, 47% de las especies que podemos encontrar a lo largo y ancho de la república, tampoco los encontrarás en otra parte del mundo.

Cactácea mexicana














Ajolote, anfibio mexicano


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Razas y castas creadas por los españoles durante el virreinato

La población de la Nueva España en el siglo XVI  se componía de razas y castas. cada una tenia sus nombres. Los nombres de las castas que recibían según su procedencia eran estos:

1. Español con india: mestizo

2. Mestizo con española: castizo

3. Castizo con española: español

4. Español con negra: mulato

5. Mulato con española: morisca

6. Morisco con española: chino

7. Chino con india: salta atrás

8. Salta atrás con mulata: lobo

9. Lobo con china: gíbaro o jíbaro

10. Gíbaro o jíbaro con mulata: albarazado

11. Albarazado con negra: cambujo

12. Cambujo con india: sambiaga 

13. Sambiago con loba: calpamulato

14. Calpamulato con cambuja: tente en el aire

15. Tente en el aire con mulata: no te entiendo

16. No te entiendo con india: torna atrás.

Cuadro de castas

El origen mítico de la gran Tenochtitlan

Una de las tantas versiones, cuenta que los aztecas fueron expulsados de Aztlán cuando Huitzilopochtli les ordenó buscar otro lugar y cambiar su nombre por el de mexicas. 

Luego de una dura y peligrosa peregrinación , los aztecas llegaron al Valle de México, y allí fueron perseguidos y utilizados como servidumbre por diferentes grupos y se establecieron momentáneamente en islotes encontrados. 

México-Tenochtitlan















Su dios Huitzilopochtli, les había anunciado que debían construir su nuevo reino en el lugar donde vieran un águila peleando con una serpiente sobre un cactus. Los guerreros aztecas, vieron esta señal en una isla del Lago Texcoco, en la región central de México.

 En esa isla construyeron su capital, Tenochtitlán, a mediados del siglo XIV. La isla contaba con pocos recursos naturales, como piedras y madera para la construcción. No obstante, los aztecas encontraron maneras de solucionar estos problemas; comenzaron levantando un santuario y cabañas muy pobres, pero poco a poco construyeron templos, centros ceremoniales y una gran ciudad que llegaría a ser el mayor imperio de México. 

Águila devorando una serpiente





Sabias que

México significa "en el ombligo de la Luna". Del Náhuat "Metztli" (luna) y "xictli" (ombligo).  Los Aztecas lo pronunciaban "Meshico". Los españoles lo escribían "México"  ya que no existía la pronunciación de la "j".  Cuando cambió la grafía de la "x" a la "j" se le empezó a llamar "Méjico" pero se siguió escribiendo "México" lo cual es válido pues la Real Academia de la Lengua permite excepciones para nombres propios. 


jueves, 5 de diciembre de 2013

¿Sabias que?

¿ Sabías que el meteorito que se cree provocó la extinción de los dinosaurios se estrelló,  hace 65 millones de años, en lo que actualmente es el pueblo de Chicxulub en la costa de la península de Yucatán?.  El impacto formó un cráter de 180 kilómetros de diámetro  que actualmente está sepultado a 600 metros de profundidad. Fue descubierto en 1981 cuando trabajadores de Pemex hacían perforaciones en busca de yacimientos petroleros, detectando un cambio brusco de la densidad a esa profundidad. 

Meteorito que provoco la extinción de los dinosaurios que cayó en Yucatan

lunes, 2 de diciembre de 2013

Los mayas

La civilización maya habitó una gran parte de la región denominada Mesoamérica, en los territorios actuales de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y en el comprendido por cinco estados del sureste de México: Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, con una historia de aproximadamente 3000 años.

 Los mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estado independientes entre si que controlaban un territorio más o menos amplio. Tampoco hablaban una única lengua.


Localización civilización maya
 
 
La literatura maya ilustra la vida de esta cultura. Obras como el Rabinal Achí, el Popol Vuh, los diversos libros del Chilam Balam, son muestra de ello. Lo que sí fue destruido con la conquista es el modelo de civilización que hasta la llegada de los primeros españoles, había generado tres milenios de historia.
 
La planificación de los centros ceremoniales mayas siguió la topografía y condiciones del terreno, lo que determinó las diferentes formas y estructuras de las edificaciones. La arquitectura maya participó de las características generales de las culturas americanas, pero tuvo modalidades especiales, incluso dentro de su propio estilo (el "arco falso",- bóveda maya-, cresterías o peines, estelas y altares. Etc.) Se registraron varios estilos arquitectónicos como el "estilo de Petén" en Uxmal; el "estilo Usumacinta:" En Palenque; el "estilo Puuc" de Uxmal, etc. Y, hubo además otro detalle muy valioso: el de la pintura integrada a la arquitectura.


Pirámide de Chichen Itza

La Cultura Olmeca

La cultura olmeca es el nombre de la civilización que se desarrolló durante el Preclásico Medio. Aunque se han encontrado vestigios de su presencia en amplias zonas de esta área cultural, se considera que el área nuclear olmeca —o zona metropolitana— abarca la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco

Ubicación del área olmeca en Mesoamérica.















Durante mucho tiempo se consideró que la olmeca era la cultura madre de la civilización mesoamericana. Sin embargo, no está claro el proceso que dio origen al estilo artístico identificado con esta sociedad, ni hasta qué punto los rasgos culturales que se revelan en la evidencia arqueológica son creación de los olmecas del área nuclear.
Cabeza olmeca.














La civilización olmeca inició su evolución alrededor del año 1200 a.C., y se establece, a partir de estas fechas y hasta 900 a.C., un patrón cultural mesoamericano. Para el año 400 a.C., la cultura olmeca ya decaía como unidad rectora del área cultural de Mesoamérica. Los logros de esta extraordinaria cultura se conservaron por muchos siglos, algunos de los cuales subsistieron hasta la conquista española que truncó el desarrollo autóctono mesoamericano.














domingo, 1 de diciembre de 2013

La edad de piedra




La edad de piedra es el periodo de la historia que abarca desde que los humanos empezaron a usar instrumentos de piedra, hasta el descubrimiento del uso de los metales para hacer herramientas

Hombre de la edad de piedra















En la edad de piedra también se utilizaron materiales como huesos, madera u obsidiana.

Las condiciones de vida eran extremadamente duras, a causa de las glaciaciones. Además, abundaban feroces animales.

El hombre vivía de la caza, la pesca y la recolección de frutas silvestres, y se agrupaba en pequeñas comunidades nómadas, que se movilizaban siguiendo a los animales que migraban buscando pasto o impulsados por los cambios del clima.


Herramientas del hombre de la edad de piedra
















La edad de piedra termino cuando empezó la edad de cobre

Hombres de la edad de cobre