miércoles, 8 de enero de 2014

miércoles, 1 de enero de 2014

La muerte de Álvaro Obregon

El martes 17 de julio amaneció húmedo luego de una pertinaz lluvia que cayó sobre la Ciudad de México durante la noche. Toral acudió a los servicios espirituales que se brindaban en la casa que servía de convento, a cargo de la Madre Conchita. Luego desayunó, leyó los periódicos y realizó varios dibujos. A la 1 de la tarde se encontraba cerca de la residencia de Obregón, estudiando los movimientos del político.
     El presidente electo, mientras tanto, despachó diversos asuntos en el transcurso de la mañana. Los rumores acerca de su posible asesinato hicieron que revisara su agenda. Estaba invitado a comer con los legisladores federales guanajuatenses en el restaurante “La Bombilla”, en San Ángel, propiedad del español Emilio Cazado. Pero Obregón tenía una cita con el presidente Calles al mediodía. Enrique Torreblanca, secretario de Obregón, llamó a su hermano Fernando, secretario del presidente, a fin de mover la hora de la reunión, para después de la comida, que no se podía posponer ante la insistencia de los diputados. Así, el retraso de la cita con Calles le permitió asistir a la comida.
     Antes de la 1 de la tarde el diputado sonorense Ricardo Topete llegó a la casa de Obregón para acompañarlo a la comida en San Ángel, junto con el gobernador de Hidalgo, coronel Matías Rodríguez. El Manco de Celaya se encontraba de muy buen humor y hasta bromeó con sus acompañantes acerca de un posible atentado con bombas, como el perpetrado en noviembre del año anterior cerca del Bosque de Chapultepec, diciendo que ahora tendría que ser con bombitas, dado que iba a “La Bombilla”.
     El caudillo salió de su domicilio acompañado también por sus amigos y escoltas, Ignacio Otero Pablos y Juan Jaimes. Partieron de avenida Jalisco y siguieron a la izquierda por la avenida Insurgentes hacia el sur. José de León Toral abordó un taxi para seguir a la comitiva, alcanzándola en la avenida Tizapán (hoy Baja California), sin saber hacia dónde se dirigían, aunque intuyó, según sus declaraciones posteriores, que era a “La Bombilla”.
     La comida estaba planeada para las 13 horas, ya que el homenajeado solía comer temprano. El caudillo llegó al restaurante a bordo de un automóvil Cadillac; vestía un traje gris y con afabilidad aceptó tomarse unas fotos con el grupo de diputados invitados.
      En el jardín del restaurante se dispusieron cuatro grandes mesas acomodadas en cuadro. En la cabecera lucía un arreglo floral alusivo: “Homenaje de honor de los guanajuatenses al C. Álvaro Obregón”. El menú seleccionado fue coctel, entremés a la mexicana, crema portuguesa de tomate, huevos con champiñón, pescado a la veracruzana y pastel “Bombilla”.
     Para amenizar, la orquesta típica del maestro Alfonso Esparza Oteo comenzó a tocar varias melodías, disponiendo también la participación de dos cancioneras. La “Rapsodia mexicana” de Chucho Corona, el “Pajarito barranqueño” y varias melodías de Guty Cárdenas fueron interpretadas en el transcurso de la comida.

     En la mesa principal se sentó al centro el invitado de honor, a su izquierda Aarón Sáenz, el diputado Enrique Fernández y Ricardo Topete; a su derecha, el licenciado Federico Medrano, jefe de la diputación guanajuatense; el licenciado Arturo H. Orcí y el presidente de la Corte, Jesús Guzmán Vaca. Otros invitados sobresalían a los costados de la mesa de honor, como José Luis Solórzano, Antonio Díaz Soto y Gama, Aurelio Manrique Jr., Ezequiel Padilla, David Montes de Oca, Tomás A. Robinson, José Aguilar y Maya y Alejandro Sánchez (médico de cabecera de Obregón, por cierto). No se había dispuesto ninguna seguridad en el evento, excepto por la presencia de tres agentes y el cuidado de los escoltas y amigos que acompañaban al presidente electo.
     León Toral llegó minutos después que Obregón al restaurante. Entró con facilidad, vestido con un traje café, una corbata rojiza, su cuaderno de dibujo y un lápiz. Preguntó por un señor Cedillo; fue informado que posiblemente se encontraba en la comida del jardín, por lo que penetró sin dificultad. Antes había bebido un cuarto de cerveza. Pasó al baño, desenfundó la pistola quitándole el seguro y se la colocó a la altura del abdomen con el cañón hacia abajo y la cacha sujetada con el chaleco del traje. Salió para sentarse en el jardín y dibujar a Obregón, al director de la orquesta y a Aarón Sáenz.
     La comida transcurría con toda normalidad. Ricardo Topete fue el único que desconfió del dibujante. Llamó a uno de los agentes para preguntarle quién era el que estaba sentado dibujando, a lo que el agente le informó que era un caricaturista de los periódicos que estaba haciendo un retrato del caudillo.
     Toral se dio cuenta de la desconfianza de Topete, por lo que se levantó y caminó a la mesa de honor. Se dirigió al diputado, preguntándole cuál de los bocetos le parecía mejor. Enseguida se acercó a Sáenz para enseñarle el boceto del mismo y del general, a lo que Sáenz respondió que luego lo viera para quedarse con ellos.


     Enseguida, Toral se acercó al caudillo para mostrarle el dibujo. El general movió la cabeza para ver. En ese momento, Toral sostuvo con la mano izquierda el cuaderno y con la derecha sacó la pistola para realizar el primer disparo a cinco centímetros; luego fueron cuatro más en la espalda y otro en el muñón derecho. Seis en total. Eran las 14:20 horas, justo en el momento en que se servían los postres “Bombilla”, del gusto de don Álvaro, y se escuchaba la canción “Limoncito”, confundiéndose con el sonido de los disparos.

El Pdte Álvaro Obregon momentos antes de su muerte