El martes 17 de julio amaneció húmedo luego de una pertinaz
lluvia que cayó sobre la Ciudad de México durante la noche. Toral acudió a los
servicios espirituales que se brindaban en la casa que servía de convento, a
cargo de la Madre Conchita. Luego desayunó, leyó los periódicos y realizó
varios dibujos. A la 1 de la tarde se encontraba cerca de la residencia de
Obregón, estudiando los movimientos del político.
El presidente
electo, mientras tanto, despachó diversos asuntos en el transcurso de la
mañana. Los rumores acerca de su posible asesinato hicieron que revisara su
agenda. Estaba invitado a comer con los legisladores federales guanajuatenses
en el restaurante “La Bombilla”, en San Ángel, propiedad del español Emilio
Cazado. Pero Obregón tenía una cita con el presidente Calles al mediodía.
Enrique Torreblanca, secretario de Obregón, llamó a su hermano Fernando,
secretario del presidente, a fin de mover la hora de la reunión, para después
de la comida, que no se podía posponer ante la insistencia de los diputados.
Así, el retraso de la cita con Calles le permitió asistir a la comida.
Antes de la 1 de
la tarde el diputado sonorense Ricardo Topete llegó a la casa de Obregón para
acompañarlo a la comida en San Ángel, junto con el gobernador de Hidalgo,
coronel Matías Rodríguez. El Manco de Celaya se encontraba de muy buen humor y
hasta bromeó con sus acompañantes acerca de un posible atentado con bombas,
como el perpetrado en noviembre del año anterior cerca del Bosque de
Chapultepec, diciendo que ahora tendría que ser con bombitas, dado que iba a
“La Bombilla”.
El caudillo salió
de su domicilio acompañado también por sus amigos y escoltas, Ignacio Otero
Pablos y Juan Jaimes. Partieron de avenida Jalisco y siguieron a la izquierda
por la avenida Insurgentes hacia el sur. José de León Toral abordó un taxi para
seguir a la comitiva, alcanzándola en la avenida Tizapán (hoy Baja California),
sin saber hacia dónde se dirigían, aunque intuyó, según sus declaraciones
posteriores, que era a “La Bombilla”.
La comida estaba
planeada para las 13 horas, ya que el homenajeado solía comer temprano. El
caudillo llegó al restaurante a bordo de un automóvil Cadillac; vestía un traje
gris y con afabilidad aceptó tomarse unas fotos con el grupo de diputados
invitados.
En el jardín del
restaurante se dispusieron cuatro grandes mesas acomodadas en cuadro. En la
cabecera lucía un arreglo floral alusivo: “Homenaje de honor de los
guanajuatenses al C. Álvaro Obregón”. El menú seleccionado fue coctel, entremés
a la mexicana, crema portuguesa de tomate, huevos con champiñón, pescado a la
veracruzana y pastel “Bombilla”.
Para amenizar, la
orquesta típica del maestro Alfonso Esparza Oteo comenzó a tocar varias
melodías, disponiendo también la participación de dos cancioneras. La “Rapsodia
mexicana” de Chucho Corona, el “Pajarito barranqueño” y varias melodías de Guty
Cárdenas fueron interpretadas en el transcurso de la comida.
En la mesa
principal se sentó al centro el invitado de honor, a su izquierda Aarón Sáenz,
el diputado Enrique Fernández y Ricardo Topete; a su derecha, el licenciado
Federico Medrano, jefe de la diputación guanajuatense; el licenciado Arturo H.
Orcí y el presidente de la Corte, Jesús Guzmán Vaca. Otros invitados
sobresalían a los costados de la mesa de honor, como José Luis Solórzano, Antonio
Díaz Soto y Gama, Aurelio Manrique Jr., Ezequiel Padilla, David Montes de Oca,
Tomás A. Robinson, José Aguilar y Maya y Alejandro Sánchez (médico de cabecera
de Obregón, por cierto). No se había dispuesto ninguna seguridad en el evento,
excepto por la presencia de tres agentes y el cuidado de los escoltas y amigos
que acompañaban al presidente electo.
León Toral llegó
minutos después que Obregón al restaurante. Entró con facilidad, vestido con un
traje café, una corbata rojiza, su cuaderno de dibujo y un lápiz. Preguntó por
un señor Cedillo; fue informado que posiblemente se encontraba en la comida del
jardín, por lo que penetró sin dificultad. Antes había bebido un cuarto de
cerveza. Pasó al baño, desenfundó la pistola quitándole el seguro y se la colocó
a la altura del abdomen con el cañón hacia abajo y la cacha sujetada con el
chaleco del traje. Salió para sentarse en el jardín y dibujar a Obregón, al
director de la orquesta y a Aarón Sáenz.
La comida
transcurría con toda normalidad. Ricardo Topete fue el único que desconfió del
dibujante. Llamó a uno de los agentes para preguntarle quién era el que estaba
sentado dibujando, a lo que el agente le informó que era un caricaturista de
los periódicos que estaba haciendo un retrato del caudillo.
Toral se dio cuenta de la desconfianza de
Topete, por lo que se levantó y caminó a la mesa de honor. Se dirigió al
diputado, preguntándole cuál de los bocetos le parecía mejor. Enseguida se
acercó a Sáenz para enseñarle el boceto del mismo y del general, a lo que Sáenz
respondió que luego lo viera para quedarse con ellos.
Enseguida, Toral
se acercó al caudillo para mostrarle el dibujo. El general movió la cabeza para
ver. En ese momento, Toral sostuvo con la mano izquierda el cuaderno y con la
derecha sacó la pistola para realizar el primer disparo a cinco centímetros;
luego fueron cuatro más en la espalda y otro en el muñón derecho. Seis en
total. Eran las 14:20 horas, justo en el momento en que se servían los postres
“Bombilla”, del gusto de don Álvaro, y se escuchaba la canción “Limoncito”,
confundiéndose con el sonido de los disparos.
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El Pdte Álvaro Obregon momentos antes de su muerte |